Hoy dibujaré en tu cara una cruz llena de besos,
un arpón, una gaviota,
una lluvia de lágrimas,
y tatuaré tus pómulos con saliva de mi lengua.
Me quiero olvidar de tu pasado
y labraré caminos en tu espalda;
contaré tus dedos con mis labios,
te amaré de lejos,
te amaré con música,
te amaré con Ginebra,
te amaré con nicotina.
Y te bendeciré desde esta pinche habitación:
llena de vasos olorosos
en un recinto de alarifes, mecánicos sudorosos,
profesores de secundaria, políticos de segunda,
padrotes frustrados, maridos engañados
y agentes viajeros.
Y, desde esta cantina,
honraré tu nombre con un trago de tequila
y encenderé una veladora...
[Armando Palomas, Canciones del Estribo Ebrio]